No lo había pensando. Descubrir que aquellos sentimientos que daban luz a ese atardecer sombrío iban a tornarse en la tormenta más oscura. Allí la veo formándose, rodeándose de nubes grises alrededor de un remolino que comienza a sacudir con un viento frío el río que recorre mis entrañas. Una lágrima recorre mi rostro, solo una. La mirada hacia abajo… para no llenar mis ojos con el polvillo que penetra. Mis cabellos confundidos. Allí, cabizbaja, triste. Más no creyendo, o más bien no queriendo que aquello que nace en pensamientos, lleguen por ese río invadiéndome por completa. De todos los caminos que alguna vez vislumbre, este era el más probable. Quizás mi ingenuidad me hizo creer que a pesar de llegar a un mismo destino, el recorrido seria distinto. Con tristeza, pero cuando mis pensamientos recorrieran mis memorias, esbozaría una sonrisa. De seguir este camino, no habrá sonrisa, ni lagrimas. Encontraras vació.
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