Cruzando el desierto, un viajero inglés vio un mercader árabe, que reposaba bajo una palmera, junto a sus caballos, cargados éstos de finos tapices y joyas.
Observando preocupado al mercader, el viajero le dijo:
- ¿Puedo ayudaros en algo?
- No lo creo, dijo el mercader, pues acabo de perder la más preciosa de mis joyas.
- No os aflijáis, dado que se nota que eres un hombre de fortuna y por ello podrás reponerla, expresó para consolarlo el viajero inglés.
- No, te equivocas. Jamás podré reponerla.
- ¿Era tan valiosa que la consideras irremplazable?, termino preguntando el inglés.
- Si. Porque jamás volverá a hacerse otra así. Estaba tallada en un pedazo de piedra de la Vida y había sido hecha en el taller del Tiempo.
La adornaban 24 brillantes, alrededor de los cuales se agrupaban sesenta más pequeños. Por eso no podrá reproducirse.
- Perdonad mi insistencia, ¿y con mucho dinero no podríais adquirir otra análoga?
- No, respondió con melancolía el árabe. La joya perdida era un día y un día que se pierde no vuelve a encontrarse jamás.
Rabindranath Tagore (India, 1961-1941)
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