Anoche, la noche, me tope con ella y caí al suelo, como en un profundo agujero negro. Era un abismo oscuro, impenetrable, feroz, entusiasmado con mi cuerpo haciéndose trizas en el vacío. Toqué las rocas, también muy negras. Pedía auxilio pero nadie podía oír mi voz.
De repente, alguien vestido de negro, ella o él… ella; me cubrió con su brillo transparente y mi alma salió de mí. Ano supe más mi nombre, tu nombre, su nombre. Me arranco del arco iris de amor, de pasión, de dolor; transformándonos en una noche cerrada, oscura, en la oscuridad. Me olvide de cómo amar, y me olvide de cómo existir.
En ese momento descubrí que había llegado al fin, y me dormí.
Córdoba, 03/07/93
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